Bruce Nauman, Indiana,1941.



lunes, 26 de junio de 2017

De Milton AVERY hasta Mark ROTHKO

 

 

Dentro del expresionismo abstracto  se desarrolló una tendencia gestual, la "action painting", -a la que pertenece la obra de Pollock -, que suponía la apropiación física del lienzo por el artista para volcar en él  su carga de dinamismo y energía que subrayaban los "drippings"  y, -paralelamente-, otra corriente  llamada "field"  que cultivaron  Mark Rothko, B. Newman y C. Still...con  amplias superficies de color que, en Rothko,  trascienden  en una sublimidad indefinible. 




                Milton Avery,1962


                                                                               Autorretrato, 1932
Con el tiempo se ha revalorizado la importancia que tuvo en la tendencia "field" la obra de Milton Avery (Nueva York 1885-1965), un  pintor de la generación anterior,  figurativo,pero que utilizaba grandes áreas  de color ensambladas a la manera de Matisse. Rhotko que fue su amigo y le admiraba, evidencia su influencia en el estilo de madurez de grandes rectángulos de bandas horizontales de color y vibrantes bordes .






Avery  vivió dedicado intensamente a la pintura y ha dejado una obra inmensa -durante años pintó un cuadro diario-, aunque no hubiera podid sobrevivir con su trabajo sin la ayuda de su esposa Sally que era ilustradora. 
Vivían en el Greenwhich Village y hacia las tres solían pasear hasta Whasington Square donde se sentaban en un banco al que  iban llegando los amigos  más jóvenes  de visita. Era modesto, ajeno a la vida bohemia y a la radicalidad política de los otros artistas aunque fueron tiempos duros:  la crisis del 29,  la gran depresión , los fascismos,la segunda guerra mundial, Corea...pero a Avery sólo le interesaba pintar.También era ajeno a la teoría: "¿Por qué hablar cuando se puede pintar?", decía. 

En los años treinta y cuarenta su estética matissiana y el alejamiento de los temas políticos le hicieron parecer anticuado y hasta retrógrado a muchos de los compañeros artistas aunque algunos, no sólo el radical Rothko, sentían que en sus pinturas había aspectos capaces de activar la propia creatividad.   
Avery no era un buen dibujante, -tampoco lo era Rhotko, recuerda Robert Hughes-, no tenía el don de su admirado Matisse de quien con genialidad señala Hughes: "En Matisse, no importa  cuán breve o esquemático pueda ser el trazo del lápiz que dice seno, ojo, cadera, casi puede sentirse el peso vivo del cuerpo, la relación orgánica de las partes, su accesibilidad al tacto". Nada de esto se encuentra en  Avery.

                           
                                     
                                    
                                                         


















             

Sus dibujos  son torpes sin duda pero fue un gran colorista y la estructura de sus cuadros la sostiene el color que aplicaba en capas finas y secas y en un único plano sin apenas modelado; en sus numerosas pinturas amplias áreas simplificadas de color vivo crean superficies  atrayentes y que trascienden el marco y lo representado. También fue el primer pintor americano en insistir en que la representación debía ser una superficie plana y la idea de la pintura como campo de color/ color field, nace con él.
Sobre la importancia de Avery  la  crítica y galerista Katharine Kuh cuenta de un día que hablaba con Rhotko sobre qué pintores admiraba y le habían influido: 
"Pero fue Milton Avery quien se llevó su alabanza más cálida y cabal, en un momento, además, en el que éste era poco conocido. Según Mark, había influido de forma decisiva en su propia obra y era un amigo querido. Al morir Avery en 1965, fue Mark quien pronunció la oración fúnebre. La sobretensión anticonvencional de Avery y sus a veces palpitantes zonas de color suscitaban una fuerte reacción en Rothko, al igual que el audaz desdén de aquel artista más viejo que él por los principios compositivos tradicionales. Mark se sentía a la vez conmovido y en cierto sentido liberado por el lirismo puro de Avery, que resultaba muy poco frecuente en los años cuarenta y cincuenta." 
Sobre la cotización de Avery, Hughes señala como en aquellos años  un cuadro de Avery costaba el diez por ciento de uno de Pollock. Y en los años ochenta añade: "igual que hoy, pero hoy los cuadros de Pollock valen millones".