martes, 22 de julio de 2008

EL GUERNICA DE PICASSO, LA SALUD PRECARIA DE UNA OBRA TRÁGICA.







del Domingo 20 de Julio anuncia en portada: "Guernica: el último parte médico. Un enfermo grave estable."Y en una exclusiva el periódico expone el estado de la cuestión: la salud de esta obra de arte.Se informa de que aparte de pequeños deterioros que se pueden apreciar a simple vista, una radiografía completa ha dado acceso a los puntos más vulnerables de la obra. Y el diagnóstico confirma que se trata de un enfermo grave aunque , se asegura, que su gravedad es estable.A punto de morirse pero vivo y para permanecer. Hasta aquí el periódico.


Este diagnóstico exige un tratamiento de restauración y sosiego.Sobre todo sosiego. Porque El Guernica, no es sólo una gran obra de arte, es además un objeto frágil y de muy difícil manipulación al que se le ha dado muy mala vida.

Los vaivenes de la política le han necesitado como  reclamo, pero también el prestigio y la expectación creada en los círculos artísticos ha sido  negativa para su salud. Ha cruzado varias veces el Atlántico y otros mares menores y para ello ha sido enrollado, desenrollado,descolgado, vuelto a fijar en el bastidor que le sostiene, embarcado, desembarcado; tantas veces que el deterioro ha sido inevitable.Ahora que se ha descolgado otra vez para ese estudio a fondo que permitiera el diagnostico de su estado, necesario para su mejor conservación,la dirección del Museo Reina Sofía, tiene planes para él: reubicarle, para que pierda una visión, que juzgan, demasiado formalista, ¿quieren decir descontextualizada?.

Mover al Guernica, con la densidad simbólica de esta enorme y frágil pintura, no parece del todo prudente y no sólo en el aspecto técnico.Lo de la visión meramente formalista casa mal con el Guernica. Rezuma tanta fuerza y tanta historia concentrada que cualquiera que se sitúe frente a él queda inmantado por los aspectos sociales, políticos y estéticos que comporta. Es tal la fuerza de lo que cuenta y cómo lo cuenta que el contemplador no puede dejar de intuir si no lo conoce directamente de que se habla de una tragedia que afecta a un momento histórico concreto pero que le transciende y abarca todo el dolor humano producido por las mismas causas. Pero si se le quiere centrar en el tiempo y en el espacio un buen panel informativo es suficiente. No se puede restar solemnidad, casi sacralidad, austeridad, intensidad a esta representación que habla de Guernica, pero elevada a símbolo del dolor humano universal y en ese sentido intemporal, general, abstracto. Las formas y los colores que utilizó Picasso muestran ese camino de interpretación.Porque abstraer,según el María Moliner, equivale a "Formar la idea de un objeto separada de cualquier individuo en que se encuentre realizada".

Hace daño pensar en El Guernica como estrella invitada de una especie de instalación para "modernizarle"; no lo necesita, ni el Reina Sofía debiera buscar ese camino si necesitara promocionar el Museo. El Guernica es tan intenso solo que ni siquiera la bellísima Fuente de Mercurio de Alexander Calder, ni la impresionante Montserrat de Julio González, ni la lírica escultura de Alberto,o la obra del siempre incomparable Miró, que compartieron el Pabellón Español de París en  1937, le añadirían nada. Le restarían energía, le banalizarían, le incluirían en el circuito de los parques temáticos culturales. Un horror evitable y de muy mal gusto que la próxima dirección del Museo se vería obligado a subsanar...Y se volvería a empezar, con el enfermo ligeramente más moribundo.

En este autorretratao de 1906,hondo y esencial, el artista viste con una simplicidad intemporal -el equivalente a una camiseta y unos vaqueros actuales- como si acabara de pintarse. 

Pablo PICASSO (1881-1973) es joven, y tiene un aspecto que mantuvo con las mínimas transformaciones el resto de su vida, hasta su muerte a los 92 años. Picasso decía, refiriéndose al arte, que hacía falta vivir mucho para ser joven y este casi aforismo pudo aplicarlo a su vida y a su obra.No se puede pensar en el Picasso de los últimos años como un anciano, si no como un titán lleno de energía y creatividad mágica.Hasta el final siguió "encontrando" y asombrando con sus obras.

Este autorretrato, como en otros, o en sus fotografías, sus ojos, son dos brasas ardientes, sólo comparables a las del autorretrato de Tintoretto y emiten la intensidad de sus obras presentes y futuras. Al año siguiente, a los 26 años, cortará en dos la Historia del Arte con Las señoritas de Aviñón y treinta años después volverá a asombrar y a abrir otra gran puerta con el Guernica.Eso será en plena Guerra Civil Española, en 1937, cuando la II República le encargue una gran obra para el Pabellón Español en París.En el pabellón construido por Sert será encajado este lienzo como si fuera un "mural"alargado y enorme.El pabellón se completa con la refinada Fuente de Mercurio de Calder, la monumental Montserrat de Julio González y otras obras de grandes artistas españoles o extranjeros simpatizantes del bando republicano.La República pagará por la obra de Picasso 150.000 francos, una gran cantidad para la época.
(pulsar en las imágenes)
GUERNICA, 1937,óleo/lienzo. 7,77 x 3,49 m. Museo Reina Sofía.
El 26 de abril de 1937, los aviones alemanes de la Legión Cóndor, aliados de Franco, bombardearon Guernica, causando numerosos muertos y heridos. Era la primera vez que se bombardeaban objetivos no militares. El horror conmovió a Europa que vivía momentos prebélicos. En París hubo un millón de manifestantes condenándolo. Picasso hizo unos apuntes relacionados con el bombardeo que serían el gérmen del Guernica.

Todavía fresco el terrible hecho, Picasso lo elige como tema cuando se le encarga pintar un gran cuadro para el pabellón español de la Exposición Universal de París. Picasso refleja el horror abstrayéndolo, convirtiéndolo en un simbolo de la expresión general de la barbarie.Se ve en la elección formal que hace: estiliza las formas al máximo. convirtiendo el dolor de la muerte y la guerra en una categoría; renuncia al color para construir nítidos contrastes de blancos, negros y grises, de luces oscuridad y sombra que recuerdan a los noticiarios de los cines.Esta ausencia de color hace a la representación  poderosa, expresiva y desgarradora y también  intemporal. También hay algo de secretamente clásico en ese friso que recuerda el pathos de las tragedias griegas.

A este uso del no-color añade un lenguaje plástico revolucionario, en el que está el cubismo, el expresionismo, el surrealismo y ...la invención sin limites de Picasso. El resultado es tan innovador y vanguardiasta que a los representantes del gobierno republicano no les gusta, además de no comprender creen que el pintor ha utilizado un lenguaje poco decoroso para tratar un tema tan dramático y solemne. Es lo opuesto al realismo (socialista) tan valorado por las izquierdas de entonces, les parece nada respetuoso, casi una broma y deciden que se sustituya por un cuadro de Horacio Ferrer. Pero las voces de los expertos internacionales que valoraban a Picasso como un genio, evitó que se llevara a cabo tal desaguisado.


El cuadro más viajero de toda la Historia
Así le llama el crítico de Arte José Jimenez, en un artículo publicado en el Mundo en 2001 y en el que sigue paso a paso el largo periplo vivido por el Guernica desde que termina la exposición de París hasta que acaba en el MoMA de Nueva York.Muchos viajes por América , Europa, increíble  Hasta que en 1958 las autoridades del MoMA comprenden que la pintura se está deteriorando gravemente y deciden que no salga más del museo.

Picasso muere en 1973 y Franco en 1975 y empieza la transición. Picasso había puesto dos condiciones para la vuelta a España de el Guernica: que hubiera democracia y que se instalara en el Prado. Las negociaciones entre el Moma y el gobierno español fueron duras. Cinco años de tira y afloja hasta que al museo neoyorquino no le quedó más remedio que entregarle, cuando las autoridades española presentaron la factura , fechada en París el 31 de mayo de 1937 por la que la II República pagaba al pintor por la obra 150.000 francos.

En 1981 el Guernica es otra vez descolgado y enrollado en el MoMA para embarcarle en el jumbo Lope de Vega de Iberia , vuelo 952 y volar hasta Barajas. Se instaló en el Casón del Buen Retiro, para cumplir, oblicuamente, los deseos de Picasso pero en 1992 se trasladó al Reina Sofía. Que ahora se pretenda cambiarle de sitio es arriesgado, y, tal vez, acompañarle de otros objetos artísticos que no necesita, le desnaturaliza; como si para ser más aceptado, o más entretenido hubiera que convertirle en un Guernica light. Ojalá lo piensen.


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