Italo Calvino, en una de las solapas de esta edición de La miel, recuerda :
[...] "Tonino Guerra lo transforma todo en relato y en poesía: a viva voz, por escrito o en las secuencias del cine, en prosa o en verso, en italiano o en romañolo. Hay siempre un relato en cada uno de sus poemas; hay siempre poesía en cada uno de sus relatos. Y poesía quiere decir una experiencia precisa, concreta, inesperada, con un sentimiento dentro y el acento de una voz que te habla. Por eso La miel es un libro que cada año que pasa es más hermoso y dentro de cien años todos aprenderán romañolo para leer en versión original los días de estos dos viejos hermanos. Y envidiarán la suerte que tenemos los que somos amigos de Tonino y, de vez en cuando, oímos sonar el teléfono y es él que no ve la hora de contarnos la última" [...]
Primero se llegó al Tonino Guerra guionista de películas de Fellini y del griego Angelopoulos y su La mirada de Ulises. Con Fellini colaboró en Amarcord, Ginger y Fred y en Y la nave va. En ésta en una atmósfera densa y envolvente se mueven personajes cuya diversidad social y complejidad psicológica abarcan casi la totalidad social y humana. A pesar de tener la teatralidad de una Ópera, -es el cortejo marítimo-funerario de una diva, puede que inspirado en la muerte de Maria Callas-, el guion y las imágenes transmiten surrealizada mucho de la verdad de los europeos y Europa en un momento de transcendencia trágica.
Y ahora se llega a los versos de Tonino Guerra por un artículo de Juan Marqués en The Objective que habla con devoción de su libro de poemas La miel. Se busca en versión bilingüe. Pero cuando llega el idioma original no es el italiano que se esperaba sino uno de sus dialectos, -así llaman los italianos a sus lenguas locales-,el romañolo , la lengua de infancia de Tonino que resulta ser una lengua hermética para un simple lector de italiano:
CANTÈDA VINTIDÒ
Quant che in autónn
u i éra i èlbar néud,
una sàira l è arivàt
una nóvla ad gazótt
strach s-cént,
e i sé fermé si rém.
E paréva che' fóss turné al fòi
a dindlè me vént.
CANTO VIGESIMOSEGUNDO
Cuando en otoño estaban
los árboles desnudos,
llegó una tarde una nube
de pájaros cansadísimos.
Se posaron en las ramas
y parecía que hubiesen
regresado las hojas
a temblar con el viento.
Del Tonino Guerra guionista Ángel Fernández Santos, el desaparecido y valorado crítico de cine escribió desde el 48 Festival de Cannes para El País el 25 de mayo de en 1995 :
"Tres famosos cineastas -el actor neoyorquino Harvey Keitel, el guionista italiano Tonino Guerra y el director griego Theo Angelopoulos- de enorme estatura artística han trenzado sus oficios y sus talentos para elevar La mirada de Ulises al borde de la perfección.[...]en el guión de La mirada de Ulises el nombre de Theo Angelopuoulos que escribe dramas argumentales y diálogos algo farragosos, espesos y herméticos, está acompañado por el de Tonino Guerra y esto se percibe en la pantalla [...]Para entender de qué va la cosa, basta una pista: de Tonino Guerra es la rigurosísima escritura que sostiene los grandes filmes de Antonioni; y también el verdadero creador, y no Federico Fellini, de la explosión de inventiva de Amarcord. La escritura de Guerra da a la matemática, volcánica, pero a veces embarullada de Angelopoulos , el cauce de agilidad, de claridad formal y de grandeza verbal que el cineasta griego necesitaba para encontrar la plenitud, que aquí alcanza. [...]Es impensable por ello que la mágica escritura de Guerra no esté detrás de la apasionante combinación entre el rigor de la construcción y la grandeza y la libertad de la palabra de La Mirada de Ulises; en la transparente y audaz incorporación de la forma trágica antigua a la secuencia de un relato itinerante moderno; en el perfecto acoplamiento entre el golpe de un trallazo épico y la caricia de una pincelada de miniaturista, que son los rasgos más distintivos de la escritura cinematográfica de Guerra., probablemente el más completo guionista en activo del mundo."...
La miel, Pepitas, 2018, es un libro realizado con cuidado como si hubiera sido editado para "hacer compañía a quién lo lea", tal como quería Tonino Guerra que fuera su poesía. El poeta Juan Vicente Piqueras, traductor y autor del prólogo cuenta cómo Tonino empezó a hacer poesía durante la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración alemán de Troisdorf donde estuvo tres años para olvidar el dolor y el hambre que pasaban él y sus compañeros y cómo la poesía les alimentaba en parte y cómo hubo de memorizar los versos porque no podía escribirlos. O de cuando empezó a traducir sus versos él y Tonino se hicieron amigos hasta que murió Tonino en 2012 y esa amistad dura todavía porque : "La muerte no acaba con todo. No puede", afirma con rotundidad, que detiene, Juan Vicente Piqueras.
Es un prologo y una edición a la altura de un poemario que se convierte ya en compañía. Porque la poesía en verso de Tonino Guerra con su aparente transparencia está secretamente electrificada y de forma inesperada sacude y sugiere la imagen cristalina de un vaso de agua o de la lluvia cayendo, de cosas cotidianas y misteriosas imprescindibles para la vida.
CANTO SEGUNDO
Esta mañana, nada más salir al jardín,
ya me parecía haberme dejado algo en casa.
Dos pasos hasta el albaricoquero
y vuelta e entrar.
Ahora que ya no tengo nada que hacer
estoy sentado frente a la ventana
y me pregunto: ¿Quieres esto? ¿Quieres lo otro?
He quemado las páginas de los libros, los calendarios,
los mapas. Para mí, América
ya no existe, Australia nada,
la China es un olor,
Rusia es una telaraña blanca
y África un vaso de agua que soñé.
Desde hace dos o tres días voy detrás de Pinela, el campesino, que va buscando la miel de las abejas silvestres.
CANTO TERCERO
Mi hermano trabaja en el telégrafo de la estación
por donde no pasan trenes desde hace cuarenta años.
Los raíles se los llevaron durante la guerra
cuando hacía falta hierro para hacer cañones.
Está sentado y espera. Pero no lo llaman nunca
y él tampoco llama a nadie. El último telegrama
venía de Australia y era
para Rino de Fabiótto que estaba ya criando malvas.
El día que pasé a verlo, mi hermano
estaba sentado bajo la marquesina de hierro
con las manos en los bolsillos, abstraído en un aire
pellizcado por los trinos de los pájaros.
Ante nosotros, la línea llena de hierba
por donde pasaban los trenes. Ahora en cambio,
bajaba una gallina que pasó por delante
sin mirarnos siquiera.
CANTO DECIMOPRIMERO
Hace días era el primer domingo de noviembre,
había una niebla que se podía cortar con el cuchillo.
Los árboles estaban blancos de escarcha y las calles y los campos
parecían cubiertos de sábanas. Pero luego salió el sol
y secó el universo y solamente las sombras
permanecieron mojadas.
Pinela el campesino estaba atando las parras
con espartos que llevaba sujetos en la oreja.
Mientras él trabajaba yo le hablaba de la ciudad,
de mi vida que ha durado un parpadeo
y del miedo que me da la muerte.
Entonces, de repente, cesaron los ruidos que hacía con las manos
y oímos un gorrioncillo que cantaba a lo lejos.
Y me dijo: miedo ¿por qué? La muerte no es aburrida,
viene solo una vez.
CANTO DECIMOCTAVO
Aquella vez que a Pidio el zapatero
se le escapó el mirlo de la jaula, lo esperábamos
en el patio y cada sombra que pasaba
nos parecía él. Pero no era.
Hasta que una tarde vimos en el cañizal
algo negro que se movía
y nos miraba con unos ojillos que eran puntas de navaja.
Entonces, nos apartamos de la ventana y nos pusimos a disimular,
a hacer como que cambiábamos las sillas de sitio.
CANTO VIGÉSIMO
Al principio las gotas hacían temblar las ramas
y nosotros, detrás de la ventana, esperábamos
a que el agua lavara las hojas más ocultas.
Luego estalló la tormenta y llovió a mares,
habíamos puesto un vaso en al alféizar
para medir el agua de la lluvia.
A las cuatro salió el sol
y en la ventana brillaba el vaso
lleno hasta rebosar.
Mi hermano y yo nos lo bebimos a medias
y luego nos pusimos a comparar el agua
del pozo con la del cielo, que es más blanda
pero tiene el olor de los relámpagos.
Tonino Guerra, La miel, Pepitas, 2018
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