EN ESTA ENTREVISTA ANNE-SOPHIE MUTTER, -XLSEMANAL, nº 1101-, TRANSMITE SU PASIÓN POR LA MÚSICA CON SABIDURÍA Y ENTUSIASMO CONTAGIOSO,
"Mutter, siempre directa, apasionada y cálida, nos recibe en Munich donde vive con sus dos hijos de 17 y 15 años. Hablamos de la necesidad de revitalizar la música clásica, de la esteta que lleva dentro y de por qué ha escogido tocar las tres primeras Sonatas para violín de Brahms en sus próximos conciertos.
-Llega a Madrid con un programa con el que ha recorrido medio mundo ¿jamás siente cansancio o cierta repetición?
-La rutina o el déjà vu es algo imposible para mí. Siempre he preferido las giras con programas dedicados a un único compositor, especialmente en el caso de Brahms. Sus tres sonatas no pueden ser más diferentes unas de otras. Si puedes permitirte el lujo de tocarlas más y más, la profundidad, la cercanía y la espontaneidad al interpretarlas van fabulosamnete in crescendo.
-De hecho las tocó por primera vez hace 25 años.
-Con el tiempo se ha transformado en otra obra; cuando eres joven, tocas en una luz totalmente diferente, más superficial, menos transparente y estética. Lo que sigo necesitando es la velocidad.
- La música clásica se enseña poco y mal.
-Yo creo que muchos profesores están desmotivados porque en nuestra sociedad el arte es un lujo añadido. No se considera algo necesario para convertirse en un ser humano completo. Yo creo que aprender e interpretar música desde niños es una escuela mágnífica para la vida: te enseña liderazgo, a ser parte de un grupo, a escuchar al otro. Eso se manifiesta magníficamente en el jazz. Es una de las razones por las que adoro los conciertos de jazz.
-¡Qué sorpresa que le guste el jazz!
- Me encantan las actuaciones de jazz, son tan espontáneas...Voy a tirar piedras contra mi propio tejado, pero los conciertos de música clásica pueden ser tan profundamente aburridos...Muchas veces se hace con mucho respeto, pero no con la suficiente pasión y esfuerzo. Creo que la música clásica debería aprender del jazz a improvisar más, interpretar en el instante.
-Pensando así ¿por qué no ha grabado jazz?
-André (Previn), durante los años en que estuvimos casados, no dejaba de decírmelo. Quizá sea un poco anticuada en esto, pero no me gusta adentrarme en terrenos que aún no domino del todo. Tal vez con el tiempo me lo permita, pero por ahora soy del tipo de personas que siempre busca obras muy exigentes, que me lleven al límite. Por ejemplo lograr captar el lado intelectual de una partitura del último Beethoven es tan complejo...¡tan contemporáneo! es algo casi imposible de entender completamente.[-]
-Se le ha preguntado tanto por Von Karajan...¿cómo era el trato con sus músicos?
- Muy sincero y, a la vez, un hombre muy cariñoso, que sabía cómo animar a un joven talento. Decía los fallos sin tapujos, pero también reconocía el potencial. Supo sacar lo mejor de mí, como nadie había hecho; tocar con él significaba estar siempre en la excelencia. Para la orquesta y para los solistas, el día del estreno era muy especial. Nos conducísa a un nivel de interpretación diferente y de ahí sólo podías ascender y ascender más y más.[-]
-Usted es una ardiente defensora de la música contemporánea.¿Qué le atrae tanto de ella?
- Los músicos hacemos remakes una y otra vez de una obra que ya existe y ha sido mil veces interpretada. Pero soy la primera en tocar la música comtemporánea; y soy yo quien va a sentar la tradición de cómo debe interpretarse. Siento que al menos por una vez estoy haciendo algo nuevo y útil. Y es muy estimulante poder hablar con un compositor y preguntar dudas. Probablemente uno de los grandes momentos de un músico ocurre cuando el compositor aprueba el entendimiento de su obra.
-Usted tiene un poder fabuloso sobre la escena. ¿Cómo logra encandilar al público?
- Siempre salgo al escenario con gran tensión, me preparo todo el día para ese momento. Si se retrasa es el colapso. Desde el primer momento que salgo al escenario sé que tengo la obligación de cautivar al público. ¿Cómo? No lo sé. Pero si en ese momento mágico sucede y uno se olvida del tiempo, de lo que nos rodea, del cuerpo en el que estamos metidos, se encierra en la música y el público se involucra, entonces todo es perfecto.Puedes hacer con la música lo que quieras y llevarla a otro nivel, a otra dimensión. En cada concierto sueño que me acerco cada vez más a la voz humana; sueño con desmaterializar, desnudar el sonido, que no tiene ni principio ni fin; con lograr la emoción pura. Es algo totalmente metafísico. Uno toca un concierto de ocho a diez de la noche y al acabar sólo queda una sensación en el corazón...¡que quizá se mantenga hasta la eternidad! Por eso no me gusta el DVD grabado en conciertos, porque es algo finalizado, con lo que debes vivir siempre. Lo odio.[-]
-La casa Dior se encarga de hacerle sus trajes de escena desde que tenía 16 años. Se diría que le da mucha importancia a la moda...
-Yo soy una esteta en todo lo que hago y me gusta tener una imagen más que presentable, pero eso es todo. La casa Dior entendió desde el comienzo lo que es ser violinista, la necesidad de llevar trajes largos, sin hombros. Pero mis trajes de gala para los conciertos los considero como un uniforme de trabajo, algo con lo que tengo que estar cómoda. En el momento que me los pongo, me coloco en el estado de ánimo correcto y sé que es el momento de salir. Es como el mono del fontanero, pero a mí me lo diseña John Galiano.
-Decía que el violín era una extensión de su cuerpo, imagino que también un gran compañero. ¿Qué relación tiene con él? ¿De lucha?
-Tocar el violín, para mí, es un acto de extrema concentración, porque tengo que internarme en un mundo complejo. Dicho esto, uno no puede luchar, uno no puede luchar con un instrumento que tiene casi 400 años.Como siempre en la vida, tienes que lograr un diálogo para ser productivo. Un instrumento tan viejo es muy sensible y cambia en cada actuacioón. Pero tiene una personalidad muy fuerte, llena de historias, y por eso me siento feliz de tenerlo, porque me proporciona una gran sensibilidad.
-¿No toca con violines contemporáneos?
-Tengo contemporáneos porque creo en la artesanía de hacer instrumentois modernos. Los antiguos me sobrevivirán, pero Dios sabe si aún vivirán cien años más! Un instrumento nuevo es como una personalidad muy joven: muy atractivo y con un funcionamiento perfecto pero falto de profundidad. Es muy fácil de tocar, pero ofrece poco y no tiene sensibilidad alguna al entorno. No añade nada; eres tú la que debes dar algo al instrumento para hacerlo más maduro y formar su carácter. Yo, desde luego, prefiero salir al escenario con un instrumento longevo.
-¿Piensa en el éxito?
-Si uno piensa en el éxito, pierde su integridad artística y la inocencia. Es maravilloso tenerlo, pero nunca ha sido mi motivación. De serlo, habría escogido otra profesión. Lo que me guía es emocionar a la gente y ser un buen ser humano. Y por supuesto disfrutar con lo que hago.[-]
BRAHMS,Sonata nº 2,Op.100, allegro
BACH, Partita, nº2, sarabande
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