Se conmemoran 700 años de la muerte de Dante en Rávena. En el exilio, el 14 de septiembre de 1321 a los cincuenta y seis años. Es el gran poeta europeo y su Commedia, calificada de Divina por Boccaccio contemporáneo y primer biógrafo, no ha dejado de ser admirada y leída aunque, la figura del poeta, haya sufrido sucesivas actualizaciones como recuerda Jorge Gimeno:
"La ilustrada, que lo desdeñó; la romántica, que lo adoró y distorsionó; la victoriana que lo metió en formol; la del modernism de Pound, que lo hizo un poeta del siglo XX, sobre todo por los esplendores de la forma; la nacional, aún vigente, ya que en Italia Dante es un tótem, un protector de la tribu, más que Leonardo o Miguel Ángel, que Petrarca o Boccaccio, que Leopardi o Manzoni".
Para recordar la vigencia de Dante el post recoge el homenaje de dos artistas: uno literario, el inmenso J.Luis Borges, y otro plástico, Robert Rauschenberg, arriesgado y seductor capaz de recoger y hacer vibrar la herencia libertaria de Dadá entre el Expresionismo y el Pop neoyorkinos en que se movió .
Robert Rauschenberg en la primavera de 1958 inició una obra sobre el Infierno en la que trabajaría más de dos años. La serie constaría de 34 dibujos, uno por cada Canto. Los dibujos entre imágenes fantasmales que evocan el mundo de Dante incluyen personajes actuales, John F.Kennedy, Nixon y otros, que sitúan al poema en un contexto contemporáneo.
El artista se propuso leer un Canto cada vez y sumergirse en sus versos antes de abordar las imágenes. Utilizó una técnica mixta elaborada y compleja: empapaba páginas impresas de medios de comunicación en un solvente químico y las frotaba para transferirlas al papel, las lavaba y dibujaba sobre ello con guache,tiza, lápiz, y añadía papel pegado al papel del soporte. Los llamó dibujos "Combine" como a sus sorprendentes obras tridimensionales realizadas con pintura, collage, objets trouvés, animales disecados, Bed, Odalisca... y otros. Eran una mezcla heterogénea, explosiva y poética que hablaban de lo cerca que se sentía como artista de algunos aspectos dadaístas: la fusión arte-vida,la provocación, la utilización del azar como un elemento importante de la creación y la falta de reglas previas para abordarla.
Con las imágenes creadas para Inferno Rauschenberg entra en una larga lista de prestigiosos ilustradores de la Divina Comedia iniciada en el Renacimiento con Botticcelli y seguida por Blake,Doré,Barceló...
Canto XVII Divina Comedia |
Canto III, Robert Rauschenberg, serie Dante |
J. Luis Borges en 1980 en Siete noches escribió sobre Dante y la Divina Comedia y de su intensa relación con ambos. Con esos textos,Borges, con sabiduría y la magia que libera la excelencia literaria logra seducir al lector y , al futuro lector:
La Divina Comedia
Paul Claudel ha escrito en una página indigna de Paul Claudel que los espectáculos que nos aguardan más allá de la muerte corporal, no se parecerán, sin duda a los que muestra Dante en el Infierno, en el Purgatorio y en el Paraíso. Esta curiosa observación de Claudel, en un artículo por lo demás admirable, puede ser comentada de dos modos.
En primer término vemos en esta observación una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una vez leído el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que él se imaginaba el otro mundo exactamente como lo presenta. Fatalmente creemos que Dante se imaginaba que una vez muerto, se encontraría con la montaña inversa del Infierno o con las terrazas del Purgatorio o con los cielos concéntricos del Paraíso. Además, hablaría con sombras (sombras de la Antigüedad clásica ) y algunas conversarían con él en tercetos en italiano.
Ello es evidentemente absurdo. La observación de Claudel corresponde no a lo que razonan los lectores (porque razonándola se darían cuenta de que es absurda) sino a lo que sienten y a lo que pueden alejarlos del placer, del intenso placer de la lectura de la obra. Para refutarla abundan testimonios. Uno es la declaración que se atribuye al hijo de Dante. Dijo que su padre se había propuesto mostrar la vida de los pecadores bajo la imagen del Infierno, la vida de los penitentes bajo la imagen del Purgatorio y la vida de los justos bajo la imagen del Paraíso. No leyó de un modo literal. Tenemos además el testimonio de Dante en la epístola dedicada a Can Grande della Scala.
La epístola ha sido considerada apócrifa, pero de cualquier modo no puede ser muy posterior a Dante y, sea lo que fuere, es fidedigna de su época. en ella se afirma que la Comedia puede ser leída de cuatro modos. De esos cuatro modos uno es el literal; otro el alegórico. Según éste Dante sería el símbolo del hombre, Beatriz el de la fe y Virgilio el de la razón.
La idea de un texto capaz de múltiples lecturas es característica de la Edad Media, esa Edad Media tan calumniada y compleja que nos ha dado la arquitectura gótica, las sagas de Islandia y la filosofía escolástica en la que todo es discutido. Que nos dio, sobre todo, la comedia, que seguimos leyendo y que nos sigue asombrando, que durará más de nuestra vida, mucho más allá de nuestras vigilias y que será enriquecida por cada generación de lectores.[...]
Creo, sin embargo, en la conveniencia de ese concepto ingenuo, ese concepto de que estamos leyendo una relato verídico. Sirve para que nos dejemos llevar por la lectura. De mí sé decir que soy lector hedónico; nunca he leído un libro porque fuera antiguo. He leído libros por la emoción estética que me deparan y he postergado los comentarios y las críticas. Cuando leí por primera vez la Comedia, me dejé llevar por la lectura. He leído la Comedia como he leído otros libros menos famosos. Quiero confiarles, ya que estamos entre amigos, y ya que no estoy hablando con todos ustedes sino con cada uno de ustedes, la historia de mi comercio personal con la Comedia.
Todo empezó poco antes de la dictadura. Yo estaba empleado en una biblioteca del barrio de Almagro. Vivía en Las Heras y Pueyrredón, tenía que recorrer en lentos y solitarios tranvías el largo trecho que desde ese barrio del Norte va hasta Almagro Sur, a una biblioteca situada en la avenida La Plata y Carlos Calvo. El azar (salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azares nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad) me hizo encontrar tres pequeños volúmenes en la librería Michell, hoy desaparecida, que me trae tantos recuerdos. Esos tres volúmenes (yo debería haber traído uno como talismán, ahora) eran los tomos del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, vertidos al inglés por Carlyle, no por Thomas Carlyle, del que hablaré luego. Eran libros muy cómodos, editados por Dent. Cabían en mi bolsillo. En una página estaba el texto italiano y en la otra el texto inglés, vertido literalmente. Imaginé ese modus operandi: leía primero un versículo, un terceto, en prosa inglesa; luego leía el mismo versículo el mismo terceto, en italiano; iba siguiendo así hasta llegar al fin del canto. Luego leía todo el canto en inglés y luego en italiano. En esa primera lectura comprendí que las traducciones no pueden ser un sucedáneo del texto original. La traducción puede ser, en todo caso, un medio y un estímulo para acercar al lector al original; sobre todo en el caso del español. Creo que Cervantes, en alguna parte del Quijote, dice que con dos ochavos de lengua toscana uno puede entender a Ariosto.
Pues bien; esos dos ochavos de lengua toscana me fueron dados por la semejanza fraterna del italiano y del español. Ya entonces observé que los versos, sobre todo los grandes versos de Dante, son mucho más de lo que significan. [...]
Infierno: Canto V(Paolo y Francesca) y Canto XXVI (último viaje de Ulises)
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